martes, 27 de octubre de 2009

La montaña del sol.



El pasado domingo 25 de octubre marché con el Grupo Senderista de Murcia a la ruta que íbamos a emprender por Puerto Lumbreras, era la segunda a estrenar de este nuevo programa y no quería perdérmela. En total 20 kilómetros con un desnivel acumulado de 750 metros, en su variante “dura”, lo que sumado a la novedad de la misma la convertía en un objetivo de lo más apetecible incluso para los compañeros más experimentados. En mi caso no he caminado nada por aquella zona que me recordó ,por lo accidentado del terreno y los cultivos, al campo que podemos ver en nuestras incursiones al Talayón. Un paisaje formado por un sin número de colinas de perfiles ondulados donde se ha aprovechado cada trocito de terreno para plantar árboles, creo que almendros en su mayoría. Imagino que sería una ruta idónea para hacerla como la antes mencionada, en el mes de febrero cuando todo aquel arbolado se encuentre en plena floración... escepto para los alérgicos claro ¿hay alguno entre nosotros? … porque si lo hay debe pasarlas canutas en algunos meses del año ;-).


Coincidía esta marcha con el nuevo horario de invierno, ello unido a la lejanía de este rincón de nuestra geografía y a que la salida fuese a la hora habitual, nueve y media... es decir diez menos algo... todo ello se juntó para que comenzásemos a caminar sobre las once, doce en horario de verano, de forma que teníamos un día espléndido para ser finales de octubre y con el sol en su cenit con sus rayos cayendo a plomo sobre nuestras cabezas, lo bueno la calidad de las fotos, que en general salvo algún rincón donde los claroscuros eran inevitables fueron de calidad sobresaliente, tanto las mías como las de otros compañeros. Recuerdo que en mis inicios en este grupo eran uno o dos, tres a lo sumo los que publicaban fotografías, y no de todas las rutas, ahora somos media docena o más los compañeros que ofrecemos fotografías de las marchas... de cualquiera de ellas se puede ya llenar un album :-).




Al igual que ha sucedido en las tres rutas anteriores de lo que llevamos de programa, hubo varios esperados “retornos”, compañeros y compañeras que todavía no se habían sumado a nuestras actividades, que aparecían por primera vez tras el descanso del verano y a los que imagino que las circunstancias personales han impedido venir con nosotros. Tengo que decir que el “reparto” de esta última obra senderista ha sido espectacular, coincidiendo tanto colegas habituales de las rutas sencillas como de las más esforzadas; bueno también estamos los que nos apuntamos a un bombardeo y nos vemos en todas ¡es todo un privilegio poder hacer eso! :-). Noté no obstante algunas ausencias y quizás el único punto negro de la ruta fue el hecho de que los dos grupos en los que se dividió la "tropa" apenas tuvieron contacto entre sí, vi a algunos compañeros desde mi ventanilla del autobús y una vez abajo comenzó la carrera hacia aquella soleada colina... ni saludar pude a algunos de los que se quedaron atrás, y a la llegada a Murcia hubo una rápida desbandada, se ve que más de uno/a había tenido más de lo esperado o se le quemaba algo en casa :-).





Iba preparado para soportar el calor, pero no tenía ni idea hasta que punto el sol nos iba a castigar, en esta ocasión no hubo dudas, nada más bajar del autobús me embarré los brazos y la cara de crema solar, factor 50, para evitar volver quemado a casa. Naturalmente que el repelente anti-mosquitos sigue a buen recaudo en mi mochila, dudo que lo vuelva a sacar en bastante tiempo. Iba muy bien provisto de bebida, litro y medio de bebida isotónica más medio litro de agua... sin embargo la longitud y duración de la ruta hizo que llegase al final muy justo y terminase apurandola y bebiendo algo más... para la próxima ruta he tomado buena nota y mi mochila va a parecer la joroba de un camello ¡palabra!.





Comenzamos nuestra marcha por caminos y carreteras comarcales flanqueadas de hermosos cultivos que parecían servir de adorno a las suaves colinas que configuraban el paisaje, ni una sombra, buena o mala, solo unos escasos arbolillos en el lugar donde paramos para tomar un refrigerio y beber un poco en la rambla de Vilerda. Desde el principio nuestro guía marcó un duro ritmo, la ruta se componía de dos variantes, la “fácil” y la “dura”, aquellos que pretendiésemos marchar a esa última teníamos que caminar aprisa para evitar desesperar a los compañeros que en su mayoría por una vez, seguramente asustados por el calor, eligieron la ruta más breve. De modo que apretamos el paso y fuimos a un ritmo endemoniado, y a pleno sol además, había que acortar todo lo posible el tiempo de ruta y si pretendíamos subir al Cabezo de La Jara, punto culminante de la excursión, mejor no demorarnos demasiado bajo aquel sol que nos fustigaba sin piedad.



El paso por la rambla, incluso con las prisas y el paso apretado, fue una gozada... era una rambla ámplia y alfombrada por un lecho de gravilla que constituía todo un descanso para los pies, me recordó un poco a la que recorremos en nuestra marcha a Castillitos, nada que ver con otras quizás más bonitas pero también de paso más dificil que en ocasiones parecen pistas de obstáculos.




Abandonamos la rambla y el poco cobijo que nos daba respecto al sol y de forma lenta, aunque no por nuestro paso, y sin pausa el camino empezó a ascender, volvimos a senderos asfaltados apenas transitados por los coches de los propietarios de aquellas tierras y sus tractores, delante de nosotros se perfilaba ya la mole del Cabezo de la Jara, una montaña bicéfala de poco más de mil doscientos metros de altitud... para nuestra escala es un monte pequeño, apenas lo suficientemente alto como para que su ascensión revista interés... en otros lugares más llanos como Gran Bretaña sería toda una atracción para los montañeros ;-).



Se sucedían las fotos al paisaje y a la columna senderista, en aquel momento estábamos más agobiados por la rapidez de la marcha que por el cansancio o la temperatura... pronto cuando empezásemos a subir de verdad llegarían los verdaderos agobios. En una pinada junto a un cortijo hicimos la segunda parada, en esta ocasión ya nos dió tiempo a comer algo más y a reponer líquido, llevábamos diez kilómetros, casi corriendo al trote, y desde ese punto empezaba el verdadero esfuerzo, afortunadamente la senda forestal que nos aproximaba a la cumbre del Cabezo iba zigzagueando por la montaña por su parte de la umbría, lo que nos protegió durante bastante rato del sol y además lo hacía en una pendiente bastante suave, solo en el tramo final cuando comenzase la carrera campo a través para ascender a la cumbre nos encontraríamos con verdaderas dificultades.


Y el tan temido como esperado momento de ascender al tramo final llegó, y el cansancio se dejó sentir, teníamos que cubrir casi ciento cincuenta metros de desnivel en pocos cientos de metros y había puntos donde aquello dejaba de ser una pendiente y se convertía casi en una escalera. Por suerte el terreno era bastante aceptable aunque la maleza era tan túpida en algunos puntos que se echaba en falta llevar un machete :-). Incluso hubo que gatear en algun sitio donde los pinos reclababan su parte de espacio al esbozo de sendero por donde íbamos subiendo, resoplando y sudando como condenados.





No pude evitar parar para beber agua y descansar, el calor y el esfuerzo me estaban matando, afortunadamente soy de los que se recuperan rápido de la fatiga y la acometida final llegó sin problemas adornada con un buen número de fotografías de la ascensión y del paisaje, espectacular por cierto, que nos rodeaba. Teníamos a la vista desde la costa de Almería con las montañas de Cabo de Gata hasta nuestra querida Sierra Espuña, una panorámica excelente de toda esa zona del suroeste.




Una vez en la cima tuvimos que dar un buen rodeo para encontrar sombra, y al final encontramos algo parecido entre los arbustos de coscoja, jaras, y demás matorrales erizados de espinas... no había pinos que nos cobijaran de aquel sol implacable pero al menos recostados sobre el terreno disfrutamos de algo de sombra. Debíamos haber cumplido con el horario previsto porque José Antonio nos dejó descansar bastante, al menos eso me pareció ya que había subido con los primeros. A otros compañeros en cambio aquello les vino grande y llegaron más tarde e incluso hubo más de un recule en la cuesta, realmente la subida fue dura pero no mucho más que otras que he “sufrido” en las rutas con el grupo, por lo visto debo estar ya acostumbrado y es dificil ya que me agobie... eso sí, mi paradita para reponer fuerzas y beber no me la quita nadie, con menos calor estoy seguro que hubiera subido de un tirón aquello.



Durante el descanso un compañero me pasó un croquis de una ruta que planean perpetrar próximamente, un asalto al Pico Argél en la Sierra del Segura... bueno si hay que ir se va, que le vamos a hacer ;-), ... si vuelvo con vida ya tendreis noticias de la “hazaña” en este blog . Tras el descanso nos apresuramos a desandar el camino, aquel empinado sendero se mostraba ahora más amable en el descenso, parece mentira transitar dos veces por el mismo sitio con tanta diferencia en cuanto a dificultad, ultimamente no se que me pasa en los descensos que sufro menos de lo acostumbrado, y desde hace dos semanas mi rodilla derecha está desconocida... no me duele ni durante las rutas ni después... toco madera ¿será acaso que el injerto de carne de cabra está haciendo efecto? :-).




Tras el divertido, por una vez, descenso llegamos a la senda forestal que nos dejó tras un buen rato en la pinada de la que partía el sendero a la cima... nuestros compañeros, los de la ruta fácil, hacía tiempo que habían levantado el campo y debían estar ya llegando a los autobuses, de modo que bueno, el grupo de valientes que nos atrevimos con aquella subida marchamos de nuevo por los caminos y veredas entre campos de cultivo, recorrimos de cabo a rabo la rambla de Vilerda y tras una última subida donde me atreví a echar una última carrera nos topamos con el albergue en cuya explanada nos esperaban el resto de los compañeros y los autobuses... no habría bar en esta ocasión, otro elemento más de dureza añadido xDDD.








Tras una hora interminable el autobús nos dejó en la ciudad, pude escuchar comentarios sobre la ruta de aquel día y todos coincidían en lo mismo, una ruta espectacular, dura y bonita pero con un calor excesivo que la había deslucido un poco ¡que le vamos a hacer!, el tiempo está loco y superar los treinta grados de temperatura un 25 de octubre no es normal. Tanto mi primo que me acompañaba en esta ocasión como yo nos apuntamos a una cerveza en el bar acostumbrado tras la ruta, no podíamos negarnos ya que era lo que nos faltaba para rematar el día. Allí compartimos como siempre un agradable momento de descanso, sin duda lo mejor de las rutas, con unos cuantos compañeros y compañeras a los que se sumó José Antonio y también Ginés, que en uno de sus “permisos” se había desplazado a la ciudad para saludarnos, estuvo amenizando la velada con anécdotas de sus andanzas por Kósovo, fue un verdadero placer escucharle porque no todos los días se tiene la ocasión de escuchar historias como las suyas.


Y así terminó el día, una ruta espectacular y no demasiado fuerte a pesar de sus veinte kilómetros, a la que tan solo el calor y el fuerte ritmo de marcha le añadieron una dureza especial. Junto con la de la sierra de Crevillente pasa a engrosar el cartel, cada vez más repleto, de rutas fuertes e interesantes que no hay que perderse.


¡¡¡ Hasta pronto !!!


http://picasaweb.google.es/apachecoleal/Cjara#



lunes, 12 de octubre de 2009

En la sierra de los mosquitos

Comenzó la nueva temporada del Grupo Senderista de Murcia y como no podía ser de otra forma me sumé a sus actividades. Las primeras dos rutas apenas si tuvieron interés, una marcha pasada por agua por la Sierra de La Pila y un paseo por la Sierra de los Villares que se terminó complicando más de lo previsto, parece que la tónica en esta nueva programación son las condiciones en las que hacemos las rutas más que la ruta en sí... lluvia en la primera, un calor sofocante en la segunda... faltaba ver que nos esperaba en la tercera, la primera de nivel cuatro de la temporada e inédita además.


Tras llevar más de tres años en esto lo habitual es que la mayoría de las rutas sean repetidas, siempre es apetecible volver a realizar una ruta aunque no sea especialmente interesante debido a que las circunstancias de la misma siempre cambian de un año para otro, hay compañeros que no son de la misma opinión y son más selectivos pero en mi caso me suelo apuntar a todas y si un domingo no aparezco es por algún buen motivo y no por quedarme en casa mirando a las musarañas.


Una de las diferencias entre una ruta de este nivel y las demás está en la gente, así como hay compañeros que eluden la dificultad del temido “nivel 4” del grupo senderista hay otros en cambio que esta dificultad les proporciona un aliciente extra que les hace participar, pasando en cambio de marchas más flojas... yo soy de los que se apuntan a un bombardeo de modo que se me suele ver en las de todos los niveles, como tantas veces digo … “siempre haces menos quedándote en casa”. Había bastantes el domingo pasado para los que esta era la primera ruta de la temporada... dudo mucho de que terminaran defraudados. También vi a compañeros de los que nada sabía desde hace bastantes meses... tengo que decir que siempre es un placer volver a contar con su compañía.


Otra particularidad de la ruta de la Sierra de Crevillente era precisamente su localización, hacemos pocas rutas por nuestra vecina provincia de Alicante y de momento todo lo que hemos hecho por allí ha valido la pena... la catedral del senderismo, Xorret del Catí, Sierra de Orihuela, todas ellas son rutas que han quedado perpetuadas en mi recuerdo por muy buenos motivos ¿sucedería lo mismo con la Sierra de Crevillente?... bueno, íbamos a ver que tal.





Se llenaron casi dos autobuses y tras un inexplicable rodeo evitando la mejor ruta para llegar a nuestro punto de partida allí desembarcamos, en el pueblecito llamado Hondón de los Frailes, a la vista teníamos una imponente sierra por donde transcurriría la mayor parte de la ruta, había que tomar altura, crestear haciendo cumbre en sus mayores elevaciones para luego descender hasta un pueblecito vecino, Hondón de las Nieves, imagino que alguna nevada habrá caído alguna vez allí por el nombre, aunque cueste trabajo imaginárselo.




Había que caminar varios kilómetros antes de comenzar a ascender por la sierra, los primeros cinco kilómetros fueron de suave ascenso, primero por las afueras del pueblo entre campos de cultivo, más tarde por pistas forestales que se internaban por un extenso pinar y que iban dando paso a cuestas más y más pronunciadas hasta que llegamos a la base de la primera elevación que teníamos que coronar, el picacho de San Cayetano... casi 150 metros de desnivel acumulado en prácticamente la misma distancia... vamos una escalera con pendientes superiores a los 45 grados y terreno en bastante mal estado. Uno va preparado para estas subidas porque ya sabe que “es lo que toca” habitualmente en una marcha de esa dificultad, aun así da lo mismo la experiencia y la preparación... vas a sudar como un condenado, resoplar y en mi caso sufrir un poco, ni pausas para beber, mirar el paisaje ni nada parecido, el terreno era tan malo que había que asegurar cada paso fijándose donde habían pisado los compañeros... el sustrato orgánico al descubierto de color más oscuro que queda al aire tras ser pisoteado me daba la pista.

Cuando llegué a terreno más horizontal casi en la loma que ascendía hasta la cumbre suspiré de alivio, al mirar al otro lado ante nosotros se mostró una vista impresionante... estropeada no obstante por una persistente neblina que ocultaba los detalles más alejados del paisaje, con un día más claro y limpio aquella vista debía ser increíblemente bonita.






Hicimos cumbre en aquel pico, si llegamos a ir compañeros no hubiésemos tenido sitio donde etar, antes de poner el pie en aquellas solitarias rocas empezamos a ser acribillados por los mosquitos... debía haber miles y miles en aquella sierra y nosotros les traíamos el pic-nic :-), di gracias por haber llevado pantalón largo y por la crema solar de factor 50 con la que había embadurnado mi cara y mis brazos... si algún compañero llega a llevar aután en la mochila... lo hubiera gastado en aquella marcha, justo en los sitios donde me puse no recibí ningún picotazo.







Me recordaba aquella cumbre a la cima del Cabezo de la Fuente en Calblanque, un lugar pequeño y angosto pero con unas vistas preciosas, mi vieja cámara se cebó en echar fotos a los compañeros, imposible que se me apartase nadie del objetivo ya que estábamos allí como “piojos en costura”. Sigo teniendo problemas con las fotos, mi cámara nueva pasó a mejor vida en el río Mundo este verano y la vieja está ya en las últimas, al final no pude echar fotografías de los kilómetros finales de la ruta ya que las pilas me jugaron una trastada, pero bueno en la próxima marcha prometo ir mucho mejor preparado. El sol nos castigaba de lo lindo y tras una breve parada para almorzar en aquellas alturas emprendimos el camino que nos tenía que llevar a la segunda cumbre de aquel día, el pico Sanyuri.






Cuestas y más cuestas, aquella ruta no es para espíritus pusilánimes :-), eso sí, el terreno ya en mucho mejor estado que aquel con el que tuvimos que lidiar en la primera subida, aprovechamos para echar más fotos y ver desde otra perspectiva el pico que acabábamos de coronar... esas alturas impresionan... aunque tampoco es para tanto, desde lejos confieso que parecían mucho más altas... todavía nos quedaba la cumbre más alta de las tres que íbamos a hacer, parecía imposible que aquello entrase en aquella ruta pero no... la cumbre llamada “La Vella” … si con v, ¿significará la “peluda”? ;-), pues para la peluda marchamos a buen ritmo, allí estaría la parada para comer... los que si estaban comiendo y a base de bien a nuestra costa eran los mosquitos... que manera de picar, cada dos por tres escuchaba las quejas de algún compañero o compañera y algún que otro sonido de manotazos... la cercanía de unas charcas (que pudimos ver desde las alturas) convertían aquella sierra en todo un territorio de cría de esos abominables bichos.




Temía no subir a las alturas sino las bajadas... que como de costumbre son mi punto débil y donde realmente lo paso mal, por mucho que me esfuerce, resople y fatigue durante las subidas prefiero eso a los descensos... sin embargo tengo que decir que en aquella ruta no fue así, las subidas eran duras y empinadas pero los otros bastante suaves en comparación, ni pasé apuros, ni sufrí molestias algunas durante los mismos en aquella ruta, y es raro porque no llevaba las rodillas demasiado bien, aparte del resfriado que todavía ando curándome... vamos que no estoy precisamente en mi mejor momento... y sin embargo disfruté de la ruta, mosquitos aparte :-).



Tras un largo y suave descenso llegamos a un camino elevado desde el que partía el sendero para ascender a nuestro objetivo, desde el camino hasta la cumbre había más de doscientos metros de desnivel... pero eso sí, había un kilómetro largo por delante para cubrir esa altura... cuestas interminables pero en general con buen terreno y tramos más horizontales donde descansar un poco, en otro tiempo hubiera hecho aquello a ritmo más fuerte y sin detenerme, incluso corriendo en el tramo final, pero el pasado domingo al final el cansancio me pudo y tuve que echarme junto a unas peñas para tomar líquido... por cierto excelente el resultado de cambiar el agua que habitualmente llevo por bebida isotónica, al principio no se nota el cambio e incluso se echa de menos el agua por el sabor, pero conforme avanza la ruta te vas sintiendo mejor, comprobado que el cuerpo no se debilita tanto, cosa que si ocurre si solo tomas agua y sudas como una regadera tal y como me suele ocurrir a mí.




De nuevo las vistas impresionantes, hay pocas rutas que sean más bonitas que esta, tras coronar una altura volvíamos a tener otra a mayor nivel a la vista, y así varias veces hasta que por fin la cumbre principal de la peluda... digo la Vella :-), quedó a la vista con las feas antenas de telefonía que han plantado en la misma y el “super vertice geodésico” (se ve que les sobraba cemento) donde pocos se atrevieron a subir para echarse una foto. Allí además parecía que estaba la mayor concentración de mosquitos de toda la sierra... debían estar esperándonos hambrientos porque los muy cabrones es que se cebaron, no pude echarme a dormir la siesta y un par de bichos que espachurré impregnaron mis dedos de sangre... no se si mía o de algún otro compañero... no vuelvo a salir de ruta sin repelente para insectos en mi mochila.







El clima nos cambió en la cima y comenzó a hacer un viento que alivió considerablemente el calor que llevábamos, el cielo se nubló pero sin llegar a caer una gota... fue de agradecer la verdad. Tras devorar la comida que llevábamos en las mochilas más algún que otro añadido que algún generoso compañero tiene a bien compartir levantamos el campo. Ni que decir tiene que los mosquitos estuvieron invitados a la comida con nosotros :-). A una compañera le causaron una reacción alérgica tan fuerte que tuvo que acortar la ruta... aunque hoy luzco abundantes ronchas (incluso en lugares que llevaba cubiertos de ropa) salí muy bien parado en comparación con otros.






Cresteamos un poco más por aquella sierra antes de empezar a descender... en el descenso un compañero seguramente por exceso de confianza sufrió un aparatoso resbalón, como resultado hizo el camino de vuelta con un codo vendado, hace mucho tiempo que ni me planteo el llevar o no mis bastones a una ruta, precisamente sirven para momentos como ese. Espero que se recupere muy pronto. Poco que decir del camino de vuelta aparte de la visita que hicimos a una zona donde había varias casas-cueva, alguna en ruinas pero alguna otra en perfecto estado. El camino de vuelta fue como el de ida pero a la inversa... descenso por pistas forestales, de ahí a veredas entre campos de cultivo para terminar entrando en el simpático pueblo de Hondón de las Nieves... en cuya plaza principal se exhibían a ambos lados varios bares... todo un lujo porque habitualmente solo tenemos una opción (y eso con suerte) al finalizar las rutas, allí teníamos para elegir... vamos el sueño dorado de todo senderista, aquello en lo que pensamos de forma obsesiva durante nuestras rutas (no, no es en el sexo... al menos hablo por mí ;-).



Y entre cervezas, y las habituales bromas y risas entre compañeros terminamos otro día más de senderismo, solo empañado por el percance de aquel colega y los picotazos de los bichos, pero en cambio con el buen recuerdo de una espectacular ruta que a partir de ahora figura entre mis favoritas de las que hace este grupo, nada que envidiar a la de la Sierra del Carche, al Talayón, Castillitos o la Sierra de Orihuela.

Podeis ver la colección completa de fotografías de esta ruta aquí:

http://picasaweb.google.es/apachecoleal/SierraCrevillente#


¡¡¡ Hasta pronto !!!